lunes, 5 de octubre de 2009

La más dulce de las derrotas

Llegó Lula para conmover al mundo y lo consiguió. Y con él llegaron Río, Brasil y Suramérica entera. Al menos Madrid puede contentarse pensando que ha perdido las Olimpiadas de 2016 con el país que pese a ser una locomotora de crecimiento sigue sin olvidar a sus pobres. No siempre ocurre así, Rusia es el ejemplo.















El presidente de Brasil es un captador de voluntades: ha logrado para los suyos (y con los suyos) el Mundial de fútbol de 2014 y también la reunión olímpica de dos años más tarde. Pero no solo eso es Lula. Durante los seis años que lleva en el poder ha logrado reducir en un 50% la población pobre del país, creando una clase media que el viernes lloró junto al resto de sus compatriotas. Un llanto que me reconfortó ya que no era solo de alegría. Las de los brasileños fueron lágrimas fruto de la rabia contenida durante siglos y además portavoces del resto de países a los que no les ha acompañado la suerte -digámoslo así-.

Me dio pena por Madrid porque se había puesto mucho empeño en la candidatura y porque el país lo hubiese agradecido enormemente. La crisis no se achica con el paso del tiempo como pronosticaban muchos y esto parece no tener fin. Un acontecimiento como el que ha conseguido Río hubiese dado un soplo de aire fresco a la debilitada confianza española. Pero mejor así, de esta forma seguiré creyendo que la justicia social es posible. Además, uno siempre se puede conformar recordando lo que hoy ha dicho la ONU: España es el 15º país del mundo en calidad de vida. ¿No creen que somos demasiado privilegiados como para no dejar parte del pastel al resto?


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