viernes, 20 de noviembre de 2009
La necesidad apremia, olvidemos 2015 como fecha
Erradicar la pobreza extrema y el hambre
Educación universal
Igualdad entre los géneros
Reducir la mortalidad de los niños
Mejorar la salud materna
Combatir el VIH/SIDA
Sostenibilidad del medio ambiente
Fomentar una asociación mundial
Frases que duelen
jueves, 19 de noviembre de 2009
Los riesgos de la profesión se pagan a veces con la misma vida

Os dejo una noticia de Elmundo.es recordando a un compañero (de los empleados del diario y de todos los que creemos en el Periodismo con letras mayúsculas).
Ocho años sin Julio Fuentes
Los corresponsales de guerra suelen regresar de los conflictos con una aplastante sensación de haber fallado. Fallado al no haber podido situar al lector en el lugar de las víctimas, algo imposible cuando ni siquiera tú eres una de ellas; fallado ante los Gobiernos y los Ejércitos, cada vez más efectivos en lograr que la primera víctima de todo conflicto sea la verdad; fallado porque has estado en la guerra sin estar del todo y, cuando has querido, has cogido el avión y has vuelto a la seguridad de tu ciudad, una opción utópica para aquellos que dejas atrás.
La guerra no se puede contar -hoy menos que nunca- y sin embargo los hay que se empeñan en hacerlo, yendo de conflicto en conflicto y espantando a golpe de palabra o imagen los fantasmas del cinismo, aferrados a la idea quijotesca de que, en mitad de la batalla, en guerras cada vez más estúpidas y desiguales, el periodista puede y debe ser la voz de los que han quedado atrapados en medio.
Cuando nos encontramos en Islamabad en 2001, Julio Fuentes ya había vuelto de muchas guerras con la sensación de no haber podido contarlas o haberlo hecho a medias. Y ahí estaba, con la ilusión de un reportero novel, dispuesto a marchar para intentarlo una vez más. Lo mataron días después.
El corresponsal de guerra de EL MUNDO perdió la vida un 19 de noviembre hace ocho años. Quizá tuvo que ser en Afganistán, ese país donde la guerra siempre ha tenido el sueño ligero y nunca tantos hicieron tanto por mantenerla siempre despierta.
Junto a Julio cayeron la periodista italiana Maria Grazia Cutuli, los reporteros de la agencia Reuters Harry Burton y Azizula Haidari y el afgano Azizula Haidari. Sus verdugos fueron los mismos talibanes, bandidos, renegados y gángsteres -con los nombres que se les quiera poner- que estos días llevan el caos al país.
Julio no habría obviado en una crónica sobre su propia muerte el hecho de que la mayoría de ellos no tenía más de 30 años y por lo tanto no conocía lo que era vivir un día en un lugar en paz. También ellos eran hijos de la guerra: nacidos bajo la ocupación soviética, crecidos en mitad de una brutal guerra civil, llegados a la edad adulta bajo el régimen neurótico y represivo de los talibanes.
Nada de ello justifica lo que hicieron, pero sirve para extender la responsabilidad del fallecimiento de Julio Fuentes y de todas las víctimas de las guerras a quienes las empiezan, fomentan, provocan, alargan, combaten, pierden o ganan.
Si no se hubiera encontrado con aquellos hijos y verdugos de la guerra en el paso de Sarobi, Julio Fuentes estaría ahora en Afganistán, preguntándoles por qué siguen luchando, visitando la aldea polvorienta de dónde salieron para describir la desesperanza del pueblo afgano, ignorando las advertencias de los militares para que cubriera la guerra desde una sala de prensa y humanizando a los indignamente llamados «daños colaterales».
Y aunque seguramente habría regresado a casa con la sensación de haber fallado, convencido de que podía haber hecho más y mejor, sus lectores y aquellos a los que habría dado una voz en mitad de la guerra habrían discrepado.
lunes, 9 de noviembre de 2009
La alargada sombra del muro
Las diferencias, sobre todo económicas, entre los estados del Este y del Oeste fracturan Alemania 20 años después de su unificación
Alemania aún deberá seguir haciendo gala de su conocida tenacidad para conseguir ser una nación realmente unificada. Con todo, la figura de la actual canciller alemana Ángela Merkel podría significar la relativa normalidad que vive el país hoy en día.
Nacida en Leipzig, una pequeña ciudad que apenas supera el medio millón de habitantes situada al este de Alemania y a
Sin embargo, y pese a que esto podría suponer un ejemplo más de la igualdad que vive el país, la realidad sigue ofreciendo una imagen bien distinta. Las diferencias entre los `ossys´ (estados del Este) y los `wessys´ (los del Oeste) siguen siendo notables y en la parcela económica es donde se confirma esta afirmación.
En la actualidad, la población de los cinco antiguos estados comunistas percibe un 20% menos en su salario que la de los territorios occidentales. A su vez, las pensiones de los jubilados en el Este son entre un 15% y un 20% inferiores a las del Oeste y además, el PIB per cápita de
Pero las diferencias no cesan aquí. Tras la caída del muro, el Este del país se ha ido convirtiendo en una zona despoblada y envejecida mientras que el Oeste se ha ido renovando con los jóvenes que cada año emigran hacia allí. Según
Ante esta situación de notable desigualdad y para intentar corregir los desequilibrios económicos, el ex-presidente Helmut Kohl creó el `Impuesto de
viernes, 6 de noviembre de 2009
¿Cuándo acabará esta maldita crisis que tanto afecta al periodismo?
Beneficios ninguno, salvo el de algunos políticos y empresarios (los de pacotilla claro, que son los que ven reducir en uno el número de sus oponentes). "Ya nos quedan menos para hacer y deshacer a nuestro antojo", se dirá alguno mientras se frota con codicia las manos.
Cada periódico que echa el cierre, cada grupo de redacción que no tiene una maqueta en la que volcar lo que ve a diario, es una dentallada casi mortal a la democracia. Que finalice esto bien pronto porque si los que sobreviven son los medios adictos al cotilleo y a los ojos que todo lo ven, mal va nuestro querido pero maltrecho país.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Autocrítica como impulso para el crecimiento
Me parece acertada la iniciativa de RTVE siempre y cuando no se censuren temas que puedan resultar atractivos y a su vez impertinentes para el ente público. Tendremos que concederle a este nuevo espacio un márgen de confianza. Con el tiempo veremos si sirve para conocer y mejorar los medios que pagamos todos o simplemente para justificar sus presupuestos ante la opinión pública.