Es cierto, los españoles nos jugamos el ser considerados verdaderos ciudadanos o simples marionetas en manos de unos cuantos jueces y políticos compinchados que se creen dueños del rancho por el que pasean. Convendría recordarles que el rancho se lo costeamos todos. Con la presunta – hay que ser precisos hasta que un juez diga lo contrario- financiación irregular en el seno del PP, con sus ramificaciones madrileña y valenciana, se constata lo que mucha gente cree: no todos los políticos son hombres de bien que sólo buscan el interés general, incluido el suyo, por supuesto.

No sé –ojalá lo supiera- si Francisco Camps conocía las tretas de sus subalternos Camps y Rambla, pero si el caso avanza, como parece que va a ser, el presidente de
Pero lo más grave no es que parte de un partido político caiga, quizás sea hasta positivo para la democracia y para los que sí van por el camino de la legalidad, lo peor es que no es están fácil derribar un sistema judicial que hasta el momento pensábamos más o menos pulcro y ahora vemos que está más sucio de lo que parecía.
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